ERNESTO PEREZ

"Dad palabra al dolor; el dolor que no habla gime en el corazón hasta que lo rompe" W. Shakespeareel

La locura que ensordece la tierra

" una libertad que no se afirma nunca tan auténticamente como entre los muros de una cárcel, una exigencia de compromiso en la que se expresa la impotencia de la pura conciencia para superar ninguna situación, una idealización voyeurista-sádica de la relación sexual, una personalidad que no se realiza sino en el suicidio, una conciencia del otro que no se satisface sino por el asesinato hegeliano".
J. Lacan

lunes, 24 de mayo de 2010

El fuego de la vida

La vida obstinadamente vuelve a aparecer sobre las cosas.
Desde hace no se… tal vez quince días, fui observando en un balcón del consultorio, como a pesar de la tormenta que castigó duramente Buenos Aires, una pequeña paloma daba calor con su cuerpo a dos blancos y enigmáticos huevos, en una maceta ya vacía. Digo enigmáticos dos huevos porque todas las mañanas he sido testigo curioso de si "eso" se transformaría en vida.
Primero me decía: "el calor no va a ser suficiente", pero no, sorprendentemente hace unos pocos días me dirigí rápidamente al balcón y vi con alegría dos diminutos, como decir, bichitos que se movían, en una especie de magma extraño, ante mi mirada, y la de la madre que se esmeraba en picotearlos y buscarles comida.
"No sobrevivirán", me dije con esta mente pesimista y trágica que me caracteriza.
Llovía al otro día, llovía, y no paraba. A esa altura de mi investigación científica, o análisis personal, no se como llamarlo, la paloma mayor creo que me reconocía, y poco a poco nos hicimos amigos. El problema era que la suerte de estos pequeños engendros del destino ya me involucraba. Mi mujer sugirió un día espantoso, entrarlos y así protegerlos, yo me opuse diciendo que lo que tiene que morir por su debilidad, uno ayuda a hacerlo mas débil si lo protege (no se si mi argumento era neo-humanista o francamente nazi). Pero a la mañana siguiente corrí hacia el experimento y ahí estaban bajo la lluvia pero creciendo. Abrí lentamente la puerta del balcón, mi amistad daba para que no escaparan especialmente la madre, los pichones no vuelan todavía, los toqué suavemente con mi mano cerrada y sentí en un momento: ¡el fuego de todas las galaxias!!!!

1 comentario:

  1. Bienvenido al mundo blogeril! me encantó esta entrada, el título "el fuego de la vida" y el relato en sí que me hace reencontrar con lindos recuerdos familiares.
    Saludos!

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