ERNESTO PEREZ

"Dad palabra al dolor; el dolor que no habla gime en el corazón hasta que lo rompe" W. Shakespeareel

La locura que ensordece la tierra

" una libertad que no se afirma nunca tan auténticamente como entre los muros de una cárcel, una exigencia de compromiso en la que se expresa la impotencia de la pura conciencia para superar ninguna situación, una idealización voyeurista-sádica de la relación sexual, una personalidad que no se realiza sino en el suicidio, una conciencia del otro que no se satisface sino por el asesinato hegeliano".
J. Lacan

viernes, 9 de julio de 2010

El inconciente estructurado como un lenguaje y el inconciente como vacío

Psicoanalisis y Literatura: Puig con Pizarnic
El Psicoanálisis con Lacan descubre que se escucha lo que se lee. El psicoanalista lee el texto de lo que se dice. Por lo tanto interpretar es un acto de escritura. El analista se nutre de la función poética del lenguaje lo que las palabras acarrean de la lengua, un real que desborda. Son los equívocos propios de cada una. Lo escrito rescata las marcas y fantasmas de un cristal significante que cubre un agujero imposible de decir.

Si Lacan pensó al inconciente estructurado como un lenguaje, Puig decía que estaba estructurado como un folletín. Es que la verdad para él corre entre los chismes de mujeres y en las intrigas de los novelones. Puig decía también, que uno de sus modelos discursivos era Freud, no solamente para agradar a los freudomarxistas, sino porque Freud tal vez sea el iniciador de la novela moderna a través de sus historiales. Hay un parentesco entre Dora de Freud y Nené de Puig en boquitas pintadas.

“Ella se desnuda en el paraíso
de su memoria
ella desconoce el feroz destino
de sus visiones
ella tiene miedo de no saber nombrar
lo que no existe”

Este poema nos hace recordar que Lacan define el inconciente como estructurado como un lenguaje pero, rodeando un vacío. Pizarnik es una obsesionada por nombrar ese innombrable.
El ser parlante paga un precio por su acceso al lenguaje, una libra de carne perdida para siempre. Al navegar en la lengua para acercar algo del real que nos habita como hablantes, el escritor nada y naufraga en su tormenta, como lo hace cualquier hablante ser a través de su locura de vivir, pero el escritor deja huellas de este drama en sus escritos.

En un encuentro fecundo entre literatura y psicoanálisis, Joyce ante la grave enfermedad mental de su hija, va con los escritos de ésta a decirle a Jung que ella escribía como él:
-“Allí donde usted nada, ella se ahoga”-le contesta Jung, para explicar la diferencia. Diferencia que marca ese lugar donde el cuerpo hace nudo con el lenguaje sosteniendo o no al sujeto.
El psicoanálisis puede seguir a través de las letras de un escritor las huellas que este ha dejado en su forma de nadar en la lengua, en sus sostenes y donde se ahoga.
Puig nada en su folletín, Pizarnik se ahoga en su poesía.

Escritores contemporáneos, ambos rebeldes a su época, ajenos también a identificarse con las corrientes políticas que convulsionaban sus tiempos.

“Yo admiro mucho a los movimientos de liberación gay pero creo en la integración y pienso que hay que hacer una propuesta más radical: negar el sexo como signo de identidad. Yo he tenido conflictos muy graves con la cultura gay, pero creo que es un hecho necesario porque estamos en un estado de transición. … en Estados Unidos a las minorías se las calma así, formando un ghetto. Y es el ghetto lo que a mí no me parece bien”. Puig. Crisis No 41.

Cercanos ambos al psicoanálisis, al surrealismo, al pop, son representantes fecundos de esos tiempos. Cuando Puig escribe “Boquitas pintadas” en 1968, Pizarnik ya escribió “La condesa sangrienta” y está en un punto de quiebre de su escritura y de su vida.

“Apenas advirtió que yo no iba a condenar su homosexualidad… me confió su desesperado amor por un obrero —soy una mujer que sufre mucho---me dijo----si pudiera, cambiaría todo lo que voy a escribir por la felicidad de esperar a mi hombre en el zaguán de la casa, con los rulos hechos, mi sueño es un amor puro, pero ya ves estoy condenada a los amores impuros” Tomas Eloy Martínez. Sobre Manuel Puig.

“Es imposible hablar de la vida de Alejandra sin hablar de su poesía, ya que en ella el permanente conflicto nacía de la imposibilidad de alcanzar una poesía que arrasara con la vida, que la reemplazara definitivamente.” Ivonne Bordelois en Mujeres Argentinas de Cristina Piña

El compromiso entre biografía y obra es muy grande. Puig podría ser Nené Y Alejandra intentó hacer de su vida un acto poético.
Ambos son fieles a su estilo que los acerca, en una crítica radical a toda subjetividad centrada en el yo.
Puig, un efecto de la cultura de masas, cambia los ejes entre literatura culta y popular, metiéndose en terrenos prohibidos como el de los estereotipos sexuales.
Pizarnik renueva el lirismo poético, con dicción clara y precisa interpela la realidad desde el mismo desgarramiento de profunda soledad, que está en el centro de la sociedad moderna.

Así como el surrealismo tomó al sueño como objeto porque la sociedad tenía sueños, el arte pop tomó el desecho como objeto porque la sociedad se identificó con la basura.
El desecho en Puig son boquitas pintadas, desechos del sexo que empieza a ser aprendido en una sensualidad de cartelera.
El desecho en Pizarnik, en cambio, es una experiencia existencial, desgarradora y escatológica.

“Y mire que son las seis de la tarde y ya tengo un dolor de cabeza que se me parte como todos los días y cuando viene mi esposo peor que peor, quiere la cena en seguida, si no está lista, y si esta lista se quiere bañar antes, mire, no es malo, pero ni bien pisa la casa empezaría yo a romper todo, me da rabia que venga, pero que culpa tiene de venir si es la casa de él, y Usted me dirá porque me casé, pero de recién casada la paciencia no me faltaba. No aguanto mas esta vida, todos los días lo mismo” Nené en Boquitas pintadas.

“El criminal no hace la belleza,
él mismo es la auténtica belleza”
Con este epígrafe de Sartre comienza la Condesa Sangrienta

Pero si Puig mezcla las voces y los tiempos de sus personajes, (bricolaje, bovarismo) y estructura una red, que se llamó folletín, Pizarnik se dirige poco a poco al despojo de los significantes, su escritura minimalista se quiebra, y aparecen figuras de cuerpos rotos, antes que el vacío dibuje su contorno final.

Puig logra bordear el tema de la muerte con una crítica a la estigmatización de los sexos. Su muerte parece una copia de uno de sus cuentos.
Pizarnik naufraga en su tormenta, su poesía aspira al “infierno musical”, toca el vacío. Su suicidio cierra su vida como si fuera un verso más, resignifica toda su obra, y la inscribe en la línea de los poetas malditos, aquellos que llevaron la letra hasta tocar la Cosa de la muerte. Si hay una libra de carne que se paga por acceder al lenguaje, para ellos el precio es la propia vida que se integra a la obra de una manera enigmática.

“La muerte ha restituido al silencio su prestigio hechizante. Y yo no diré mi poema y yo he de decirlo. Aún si el poema (aquí, ahora) no tiene sentido, no tiene destino”. Extracción de piedra de locura

Puig ficcionaliza la realidad y sus personajes desencontrados, son la ironía de una existencia absolutamente contigente y superflua.
Nené en boquitas pintadas es la mueca de una mujer que busca un amor puro y que al final cae en su plena irrealidad.
Lo femenino desvela al escritor. La comedia de los sexos necesita de semblantes y es aquí donde Puig inventa su objeto de escritura, personajes que a través de voces tomadas de la realidad, bordean el vacío, y de esta manera logra sostenerse como sujeto múltiple, ¿histeria lograda?
Pizarnik busca la crisis del poema y pretende remediar su irremediable separación con lo real, con fantasmas de muerte y pedazos de cuerpo. Lo siniestro tapa su carencia en un primer momento, pero luego termina atrapándola.
La condesa sangrienta es la metáfora de una mujer que quiere alcanzar la inmortalidad bañándose en la crueldad de la muerte.

“Inconcientemente yo decidí que lo que veía en el cine era la realidad, que el mundo era así, porque yo lo comprendía y me sentía cómodo. En esa atmósfera había justicia. Las mujeres eran sometidas también, pero al final les llevaban a la tumba un ramo de flores grandes, alguien premiaba tanta paciencia y tanta tontería”

Así define Puig el proceso de creación, el cine renegando el agujero desagradable de la realidad, el cine al que solía ir con su madre a embelezarse con las divas de la pantalla y la mirada de ella. Pero también define su posición subjetiva identificado a la mujer en busca de justicia, sometimiento y venganza son fantasmas que recorre su goce. Esto se refleja en boquitas pintadas, el crimen detrás de las intrigas de mujeres, el lugar machista de los hombres, que desemboca en el resto de su obra en una nueva construcción sobre los géneros, en relación al sexo que comenzaba a mostrar signos de decadencia.
El discurso en la modernidad intenta cubrir la hiancia de la no relación entre los sexos, con el lenguaje cinematográfico al transmitir los mitos de los grandes amores. De esta tradición de la que somos herederos nos habla Puig: “Decidí que el cine era la realidad” y a partir de esta decisión escribió no desde una tradición literaria sino desde lo que el cine mostraba como semblantes. Es que el discurso de la literatura pasa al cine, y luego del cine se hace literatura.

“Pero hace tanta soledad
Que las palabras se suicidan”

Nos dice Pizarnik mostrando que su verso no resuelve el drama de la soledad humana, justamente porque las palabras nos separan de las cosas.
Pero nos muestra su voluntad de llevar las palabras hasta el límite:

“Como Sade en sus escritos, como Gilles de Rais en sus crímenes, la condesa Báthory alcanzó, más allá de todo límite, el último fondo del desenfreno. Ella es una prueba más de que la libertad absoluta de la criatura humana es horrible.”

Pizarnik, construye su ficción en ese límite. El lugar mismo del Castillo en La Condesa es el propio hueco que cava con su texto, y donde se va a ahogar dejando un último mensaje:

“No quiero ir
Nada más
Que hasta el fondo”

Pizarnik en las antípodas de Puig decidió ir hasta el final, donde ningún semblante se sostiene, donde aparece desnuda la perversión y la muerte, un goce sin barreras. Creyó en una literatura que corriera el velo de las cosas para hacer aparecer la realidad vacía.
En un primer momento su invención de escritura: lo que ha sido denominado, “cadáver textual”, le permite hacer nudo entre cuerpo y goce, y lograr una significación personal que la sostiene. Pero lentamente estos significantes empiezan a ser insuficientes y la autora es aspirada por el vacío que la constituye.

“Si el acto sexual implica una suerte de muerte, Erzebeth Báthory necesitaba de la muerte visible, elemental, grosera, para poder, a su vez, morir de esa muerte figurada que viene a ser el orgasmo. Pero ¿Quién es la muerte? Es la Dama que asola y agosta como y donde quiere. Sí, y además es una definición posible de la condesa Báthory. Nunca nadie no quiso de tal modo envejecer, esto es: morir”
En La Condesa Sangrienta muestra su posición subjetiva, aquella que la sostiene, La Dama incastrable que mata para gozar muriendo siendo inmortal a la vez. Figura superyoica que ordena gozar hasta el final, ¿Melancolía estabilizada? ¿Hasta que la sombra del objeto vacío caiga sobre su yo?
A lo largo de su obra sus escritos van perfilando cada vez más nítidamente una particular relación con la soledad más radical:

"porque una es extranjera
una es de otra parte,
ellos se casan,
procrean,
veranean,
tienen horarios,
no se asustan por la tenebrosa
ambigüedad del lenguaje"

Escribía Pizarnik internada en el Pirovano por un intento de suicidio. El alejamiento de la realidad, la hacía sentir el dolor de ser nada, allí donde buscó desesperadamente el poema que suture.
Puig nada donde Pizarnik se ahoga: en esa “tenebrosa ambigüedad del lenguaje” que es el hecho de arte, de artificio, que es velo y es abismo.

1 comentario:

  1. Este entramado, dramático, por demás,estoy segura hubiese hecho las delicias metafóricas de Blumenberg y hasta del mismo Foucault, con sus palabras y sus cosas.He estudiado a Freud más que a Lacán, sin embargo, sus improntas son de inmediata adopción. Ese otro del que echa mano para explicar el encuentro y su definición acorta y aclara, esa forma de interrelación terapéutica. El otro siempre está allí, es el tercero en el diálogo entre el uno y el otro. El otro es la referencia entre ambos. El otro es el deseo inconsciente. Es también el discurso del analizado. y para mi,la foraleza del enfoque lacaniano estriba en el énfasis que pone en el sujeto que habla y de esta cualidad de ser hablante se derivan las consecuencias de su actuar.Buena forma de desempacar la palabra hecha novela en la urdimbre del verbo hecho vida.

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